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Me preguntaron qué pensaba ![]()
El lunes llegué tarde a la reunión editorial y me preguntaron qué pensaba. Estaba a punto de decirles cuando aclararon que hablaban de las elecciones en México. Había pasado un sábado delicioso en Oxford, tomando té y dando mordidas discretas a pastelitos y sandwiches de pepino en el jardín del colegio de St Hugh, conversando con profesoras eméritas, descubriendo un pasado tan entrañable que termina por ser mío, caminando sin prisa entre edificios cuya historia es tan vieja como el verdín que ilumina los muros, admirando el jardín donde sin duda Lewis Carroll soñó el sueño de Alicia y su país de las maravillas. Por eso no me preocupó mucho lo que pasaba en México. Pero en las caras de algunos colegas (mexicanos, claro) había algo semejante a la sorpresa y el desánimo. “Y ahora qué va a pasar”, preguntó alguna colega sin ganas de que le respondieran. “Habrá que darle a Fox el beneficio de la duda”, sugirió otra. Y así. Sólo faltaba que habláramos en voz baja… A media mañana, mientras preparábamos Enfoque, llamó W Lollard, un amigo y colega que sería mexicano si no fuera inglés: -¿Y? -dijo sin más en el teléfono antes que ninguna otra cosa. No supe qué decirle, como ya me ha pasado otras veces cuando hablamos sobre México. -¿Me vas a decir que no ganó Fox sino que perdió el PRI?- insistió. Pensé en decirle que -entre otras cosas- así fue, pero me ganó el temor de que continuara su interrogatorio y le dije algo que olvidé, y colgué con el pretexto de una reunión inexistente. A media tarde llamó un colega del servicio en inglés de la 91ȱ. Quería saber cuál era el estado de ánimo de los mexicanos, cuáles habían sido sus reacciones. Recordé los festejos en el Ángel de la Independencia y le recomendé que hablara con un amigo que fue a México como observador extranjero, y salí de la oficina en busca de aire fresco. Estaba harto. Sigo encontrando gente que piensa que la democracia consiste en votar, como sigo encontrando gente que piensa que la democracia en México consiste en que el PRI pierda las elecciones. Por suerte, por desgracia, ninguna de las dos cosas es cierta. La elección de un gobierno sin participación en los actos de ese gobierno es un acto puramente mecánico, y la sola alternancia no garantiza más que el cambio de personas en el poder. Es cierto que en el caso de México la derrota del PRI significa además que el PRI tendrá que ganar como partido lo que ya no pudo conservar como gobierno, y que el PAN de Vicente Fox tendrá que aprender a ser el gobierno más vigilado en la historia de México. Miré el río Támesis, una corriente de agua verdosa en horas de la tarde. Me vino la desazón del que se da cuenta de que ahora los mexicanos tendrán que actuar de manera consistente y aprender a hacer las mismas cosas (vivir, legislar, darle forma y fondo a la nación) de diferente modo. Y éso no es poco ni es fácil. Y encima de todo -pensé mientras volvía con paso lento, como debe ser, a la oficina- mi país, donde tuvo lugar una de las primeras revoluciones del siglo veinte, una nación que despertó convertida en la democracia más joven del mundo esta semana, seguirá estando, pese a todo, tan cerca de Estados Unidos…
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