91ȱ

|









91ȱ RADIO
ʰDzó


Días del Trabajo



1965

Me despertaban los sonidos de los tambores, los pasos, las conversaciones de los que pasaban, y el ruido de la escoba con la que Reina barría el frente de la casa. Corría la cortina de la ventana y veía pasar frente a mis ojos a los estibadores que iban a la caseta que servía de oficina, vestidos como para ir de fiesta...

Más tarde, volvía a asomarme a la ventana y veía pasar a señores que descargaban camiones de azúcar, de sal, de cemento, de cosas pesadas, y veía secretarias, profesoras, enfermeras, que marchaban sin mirar a los lados, con un orgullo que no podía entender, mientras los niños anunciaban: "Ahí va la tía Lila".

El pueblo retumbaba con el sonido de los tambores y las cornetas, al paso del desfile, lleno de una energía reservada sólo para los días de fiesta. Y me echaba en la cama, a seguir leyendo, con la conciencia tranquila de quien sabe que ese día no hay que ir a la escuela.


1975

Obreros y trabajadores unidos revindican la causa de los Héroes de Chicago, en una marcha que exige mejores salarios (siempre muy atrás de los precios), derechos hasta hoy desconocidos, reconocimiento de las demandas sindicales, cualesquiera que éstas sean.

La policía impide que se organice un desfile paralelo al del gobierno, en el que participarían organizaciones y sindicatos independientes. Algunas de las demandas, que alcancé a ver escritas en cartulina de colores, son que termine la explotación, abajo la imposición sindical, muera la corrupción, viva el país.

Después del desfile, los parques se llenan de familias o de parejas sin qué hacer, y los cines están repletos. Me pregunto si alguien sabrá quiénes fueron los héroes de Chicago o por qué se celebra el día del trabajo el primero de mayo. Salgo a caminar por ahí, y en el ambiente hay un aire festivo. Me pregunto si hay algo que celebrar.

Por la noche, la televisión muestra las concentraciones populares en Cuba, y a un Fidel que –como cada año desde hace tiempo- denuncia los abusos del imperialismo y advierte de los males del capitalismo. Pero dice tanto que no dice nada...


1989

En Los Ángeles descubrí que siempre he trabajado el primero de mayo y que en Estados Unidos el Día del Trabajo es solamente una fecha que la gente aprovecha para ir a algún lado.

Hay manifestaciones menores de sindicatos cada vez menores. Aquí y allá, inadvertidos, grupitos de afanadoras de oficinas, de recamareras de hoteles, de costureras, organizan reuniones que sirven para mantener vivo el espíritu de un sindicalismo en vías de extinción.

Los diarios reciben docenas de faxes con comunicados de prensa que nadie leerá, y alguien escribe una nota en general sobre la calma con que transucrrió la jornada, y alguien más analizará los disturbios que se han producido en otras partes del mundo. Y nos pagarán doble sueldo.


2000

Me bajé del metro en Embankment, una estación al pie del río y junto a la estación del tren en Charing Cross, y salí al aire fresco del callejón. Había cuatro policías con chalecos amarillísimos, y más allá otros cuatro, y más allá otros cuatro, y más allá más hasta llegar a donde se acaba la avenida Strand y el centro de Londres se vuelve de otro modo.

Recordé las manifestaciones de junio, cuando una turba causó daños por dos millones de libras en el distrito financiero, y las de octubre en Seattle, durante la reunión de la Organización Mundial de Comercio, y otras que ha habido antes y después, siempre contra el capitalismo, un fantasma que ciertamente recorre el mundo. A esa hora la ciudad estaba vacía hasta de turistas.

Llegué a la oficina y me puse a trabajar. Después de todo era el Día del Trabajo. Y en eso estaba, viendo de vez en cuando una de las dos televisiones que muestran el mundo exterior día y noche, cuando me sorprendió la imagen de un par de personas que se sublevan y arrojan botellas y piedras contra la policía, y luego otros que se encarnizan en un McDonald´s más cerca de la casa de Tony Blair que del Parlamento británico, donde los ecologistas sembraron semillas de descontento y pusieron una franja de pasto sobre la cabeza egregia del monumento a Winston Churchill.

El relato incrédulo de Matías Zibell ilustra el tamaño de la locura que se desató durante el resto del lunes en Londres, no menos violento que en otras partes, donde también hubo manifestaciones, descontento, imágenes de turbas y de policías antimotines. "El enemigo común es el capitalismo", sentenció Matías en una frase que tenía timbres de declaración de principios más que de explicación de los motivos de la turba.

Y es que –tanto en Londres como en Hamburgo, como en París, como en Quito, como en Moscú- las manifestaciones del día del Trabajo eran contra algo en vez de ser por algo. Las imágenes de los enfrentamientos me daban la impresión de que hay mucha gente, apenas miles o decenas de miles pero en todo el mundo, que ya no puede contener su enojo ni su frustración, y que además ya no espera a que sea día del Trabajo para demostrarlo.


Dígale a Miguel
Nombre:
Ciudad:
País:
Correo electrónico:
Dígale a Miguel:

Nota: la 91ȱ se reserva el derecho de editar y publicar los comentarios y preguntas recibidos en su sitio Internet, así como la utilización de los mismos en sus programas de radio en español para América Latina.

 Búsqueda en 91ȱ Mundo

La Columna de Miguel
El mundo, el periodismo, la vida cotidiana, los estereotipos, las anécdotas, a través de la particular lente de Miguel Molina.

ÍNDICE DE CHARLAS

¿Quién salvará a El Salvador?
Hijos de la Vieja Albión
Sobre vivir con miedo
Mirarse en un espejo ajeno

Las interniñas y un viejo vestido de blanco
Ashley tiene una pistola
Recuento
Tres mitos para Caterine
Cosas que ya no tienen remedio
La noche en que el sistema se vino abajo
Los trenes ya no van a ningún lado
Clones y extraterrestres
Reflexiones de un ludita aficionado
Las olimpiadas ya no son un juego
Donde no se atreven la ibuprofen lisina ni el maleato de domperidona
Los niños de la calle y Bill Clinton
En tren, en góndola, en el baño
Qué piensa y qué oye Fujimori
Nada como no hacer nada
Gordon puede darse por muerto
Me preguntaron qué pensaba
¿Y el lunes qué?
Jardín del Edén
Se llama Kennedy y toca el violín con micrófono
Tecnología por tu bien (I)
Nunca tuvo ningún perro
Iloveyou
Días del trabajo
Elián y las niñas
Razones de amor para no fumar
Casi el paraíso
El derecho a preguntarle al presidente
Virtud de los peluqueros
El precio de la paz en Colombia
Ahí viene la guerra
In memoriam sombrero II
In memoriam sombrero I
Inútil divagación sobre la patria
Cercanía y distancia de México
Otros diez minutos sin Martí
La urraca, la zorra y el silencio
Ecuador: las manos en el fuego
Esa noche...
En descargo de la nostalgia
El dios y el diablo del teniente coronel
Fin del mundo y platos sucios
El niño y el mar
Cosas de noviembre
Cita con las estrellas
Días y noches de Miami
Tea, sir?
Mitos de Londres

¡Dígale a Miguel!
linea.directa@bbc.co.uk


       
    | Arriba Arriba     
© 91ȱ World Service
Bush House, Strand, London WC2B 4PH, UK.
Servicio Mundial de la 91ȱ: temas de actualidad e información institucional en más de 40 idiomas: