¡Milagro! Un británico antes que Rafael Nadal...
En Santiago de Compostela, entre peregrinos y turistas alemanes, me entero de la victoria de Andy Murray sobre Rafael Nadal.
¡Milagro, milagro!
Un tenista británico antes que Rafael Nadal.
En deporte, ya lo hemos visto muchas veces, la emulación es buena parte del éxito.
Después de las numerosas (y para muchos sorprendentes) victorias de la delegación británica en los Juegos Olímpicos, un tenista de ese origen se inflama de confianza y ambición para superar al adalid de esas virtudes.
Pero un tenista británico antes que Rafael Nadal... Cuesta creerlo.
Suena raro, algo así como un golfista ruso antes que Tiger Woods, o un futbolista camboyano dando lecciones a Ronaldinho.
El tenis británico ha estado con la cola entre las piernas durante mucho tiempo, a pesar de que buena parte de los recursos generados por el Abierto de Wimbledon son inyectados en la promoción del deporte.
Queda por verse, entonces, si se trata de una combinación azarosa de circunstancias o si realmente estamos ante la aparición de una nueva gran figura del tenis internacional.
El resultado de la final del abierto de Estados Unidos, entre Roger Federer y Andy Murray, puede facilitar el veredicto, o no servir de nada, porque el suizo es una sombra de aquel inmenso campeón que cautivó tanto tiempo.
Intrigante final, ésta. Un campeón que ya lleva cinco finales consecutivas en Nueva York, lleno de dudas, y un pretendiente que no ha alcanzado ninguna final de Grand Slam pero llega pletórico de ilusión y confianza en sí mismo.
En deporte, en cualquier deporte, el público disfruta con las hazañas del consagrado, pero en el fondo espera y desea su caída.
La razón es simple: no hay nada más excitante, en deporte, que la aparición de un nuevo campeón.
Federer, descansado y sin el peso de tener que enfrentar nuevamente a su Némesis española, tiene una gran oportunidad ante Murray, un tenista temperamental que puede acusar el esfuerzo físico y mental de la semifinal.
En el tenis masculino, que ya tiene dos grandes campeones y un pretendiente (Novak Djokovic), están asomando dos nuevas figuras de recambio: el escocés Andy Murray y el argentino Del Potro.
(El tenis femenino, en cambio, las nuevas figuras pertenecen a la familia de las mariposas, frágiles y efímeras. ¿Por qué te retiraste, Justine?)
Casualmente, Murray y Del Potro se enfrentaron en cuartos de final de este torneo, prevaleciendo el primero en un partido de alta tensión deportiva y personal (el escocés, que entiende español, dice que el argentino "insultó" a su madre en un partido anterior).
Algunos comentaristas británicos han sugerido que Murray pertenece a esa casta de deportista que necesita "odiar" a su adversario para rendir al máximo.
En cierto sentido, el choque Nadal-Murray fue enteramente "español", ya que el británico se formó en una escuela de tenis española.
Nadal pagó muy caro su agotadora temporada, con victorias en Roland Garros, Wimbledon, Olimpiadas...
Los dos primeros sets del partido (interrumpido por la tormenta tropical Hanna) cuentan entre los más opacos que se le hayan visto al número 1 del mundo, y aunque mejoró en la reanudación, fue evidente su cansancio.
"Está en el límite", dijo su entrenador, Toni Nadal (también es su tío).
Los especialistas suelen señalar que el estilo de Nadal, tan intenso, de tanto esfuerzo físico y mental, puede abreviar su carrera.
El público no parece reconocerlo, pero el tenis internacional es uno de los deportes más agotadores, por los permanentes viajes y cambios que exige a los mejores profesionales.
El esfuerzo en la pista, el desgaste de los viajes, y en el caso de Federer y Nadal, la exigencia permanente de estar a la altura del número 1.
Todo eso contribuye a explicar este resultado en semifinales.
Pero Murray no es el tenista británico típico, que se derrumba a las primeras de cambio.
Es un hueso duro, muy duro.
Queda por verse si, además de duro, el hueso también es sabroso.
ComentariosAñada su comentario
Lalo, amigos, Federer está de regreso.
Espero que en tu próximo artículo, hagas mención al regreso del gran Roger. Como dicen en mi país: "No estaba muerto, estaba de parranda".
Pues esto demuestra que nadie es invencible, que si uno se lo propone puede vencer incluso al mejor del mundo que en ese entoces era rafa nadal, ojala y existira esa mentalidad en cada uno de nosotros