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El secuestro silencioso

Alfredo Ochoa | 2012-04-03, 10:48

Mensaje escrito en una hoja por Luis Alfredo Moreno, uno de los recientes liberados de las Farc,al piloto del helicóptero que lo sacó de la selva.

Este fue el mensaje que Luis Alfredo Moreno, uno de los recientes liberados de las Farc, le entregó al piloto del helicóptero que lo sacó de la selva.

La liberación de los últimos diez soldados y policías que permanecían en poder de la guerrilla de las FARC desde hace más de una década puso fin al secuestro político en Colombia.

Este capítulo del conflicto armado tuvo su momento más álgido en 1996 con la captura de 60 militares en la toma que unos 500 guerrilleros hicieron de la base militar Las Delicias, en el sureño departamento del Putumayo.

A partir de allí comenzó un modus operandi que para el grupo rebelde representó una importante herramienta de negociación para lograr concesiones o simplemente como forma de intercambio por guerrilleros presos.

La atención de los medios de comunicación, en especial internacionales, ha estado centrada principalmente en esta variante del secuestro en Colombia.

Han sido blanco decenas de políticos, familiares de políticos y uniformados. El congresista Rodrigo Turbay Cote, el sargento Pablo Moncayo, el gobernador de Caldas Oscar Tulio Lizcano, el exministro Fernando Araújo, el senador Luis Eladio Pérez, los policías José Norberto Pérez y Víctor Manuel Marulanda, el gobernador de Antioquia Guillermo Gaviria, el intendente Jhon Frank Pichao y la excandidata presidencial Ingrid Betancourt son apenas unos pocos de una larga lista.

Afortunados y desafortunados

A relative of FARC hostage Jorge Humberto Romero holds a poster with his picture on it, during a mass at the cathedral of Villavicencio on April 1, 2012.

Un familiar de Jorge Humberto Romero, uno de los secuestrados por las FARC, en una misa en la víspera de su liberación. Es el fin del secuestro político en Colombia, pero aún hay muchas víctimas del secuestro extorsivo.

Algunos fueron rescatados por el Ejército o liberados por las propias FARC, otros escaparon y los menos afortunados murieron el poder de la guerrilla, ya sea porque fueron asesinados en cautiverio o porque la selva acabó con sus vidas.

Han sido cientos. Pero también son centenares las víctimas de otra variante del mismo delito.

Se trata del secuestro extorsivo.

Según la Fundación País Libre, más de 400 personas están actualmente privadas de su libertad con fines extorsivos.

Son en su mayoría civiles al margen de la dinámica del enfrentamiento entre la guerrilla y las fuerzas del orden y consecuencia del conflicto armado que sigue afectando a Colombia.

Estos colombianos están privados de su libertad a la espera del pago de un rescate. Se desconoce si siguen vivos, ya que en su mayoría han perdido toda comunicación con sus familiares.

Los medios extranjeros no hablan mucho de ellos y en algunos casos no pasan de la página de sucesos de los periódicos locales.

Al otro extremo

Es una cifra silenciosa que está al otro extremo de la cobertura extensa, en vivo y de amplio despliegue que los medios de comunicación colombianos y extranjeros -incluido 91ȱ Mundo- le hemos dado primordialmente al secuestro político de las FARC.

La paradoja es que el secuestro extorsivo va más allá de ese grupo rebelde.

La organización no gubernamental Colombianos y Colombianas por la Paz indica que con la desmovilización de paramilitares y algunos guerrilleros se han formado recientemente bandas criminales que viven de este delito y que los medios de comunicación colombianos han intentado englobarlas con el nombre de las Bacrim.

Pero es una situación tan compleja, que el ejercicio periodístico a veces carece de herramientas para describir el fenómeno en su totalidad.

Esto se debe a que hay otras formas de privación de la libertad que por el hecho de ser desapariciones forzadas es casi imposible de calificar.

Además, también existen el secuestro exprés y el llamado secuestro virtual, que constituyen un microcosmos de esta dinámica delictiva.

Según la Fundación País Libre los secuestradores con fines extorsivos pueden muy bien ser guerrilleros activos, delincuencia común, exparamilitares que regresaron al mundo del crimen y bandas organizadas.

La política de seguridad democrática que inauguró el expresidente Alvaro Uribe, y que de alguna forma continuó su sucesor Juan Manuel Santos, contribuyó a la disminución del secuestro en general, según cifras dadas por el propio gobierno colombiano.

Pero el difícil trabajo para dar con el paradero de las víctimas de la variante extorsiva complica la tarea de otorgarle la justa dimensión a este delito.

La fragmentación de la información dada por los medios de comunicación colombianos frente a los innumerables casos podría -según expertos- contribuir al problema.

Y esto sin incluir las ramificaciones que está teniendo el secuestro extorsivo más allá de las fronteras de Colombia, en especial en Venezuela.

Pero para hablar de ello haría falta otro blog.

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