Abróchense los cinturones
Yo no tengo coche. Tenía, pero eso era porque vivía en la y lo veía como una necesidad. Una necesidad que, por cierto, me hacía pasar interminables horas del día al volante soportando el tráfico y el florido léxico de muchos otros conductores.
Ahora no lo necesito. Básicamente porque en el sistema de transporte público (al menos el que yo utilizo) es muy eficiente. Me da la posibilidad, además, de leer o escuchar podcasts mientras viajo al trabajo y de regreso.
También debo reconocer que nunca tuve un gran entusiasmo por los automóviles. Los únicos que me interesaban eran aquellos como el que se ve en la foto de arriba, es decir, los que algún día pudieran volar. Influenciado por los y , supongo que me imaginaba un futuro en el que los coches volarían. Y ese futuro aún no llega, pero parece estar más cerca.
Por lo pronto sé que hay tres empresas (¿conocen ustedes a otra?) que trabajan ya en vehículos voladores, parte coches, parte aviones. No son coches que vuelan, pero se acercan. Se trata más bien de aviones que también pueden utilizarse como automóviles.
Éste, por ejemplo, es el . Es un producto de la empresa , una compañía que intenta lograr que los coches vuelen desde la década de los sesenta. De acuerdo con ellos, los primeros modelos estarán listos dentro de tres años, aunque serán únicamente para demostraciones comerciales y aplicaciones militares. Esperan, sin embargo, que el modelo certificado por las autoridades correspondientes para su comercialización esté disponible después del 2012.
Su precio: US$500.000, aunque afirman que podría reducirse si se vuelve popular y aumenta la producción. Sus creadores difunden orgullosos que producirá menos emisiones que un automóvil, gracias a su velocidad, y esperan que el auto-avión pueda utilizar como combustible.
Y sí, se necesita además de mucho dinero licencia de piloto para poder conducirlo.
Éste otro se llama y es de la empresa . Como en los otros modelos, las alas de este vehículo podrán plegarse y desplegarse si se maneja en aire o en tierra. Su dimensión será de dos metros de alto, dos de ancho y casi seis metros de longitud. Para usarlo hay que despegar y aterrizar en un aeropuerto, así que olvídense de estacionamientos aéreos por lo pronto. ¡Ah! y también necesita licencia de piloto.
Su precio, dicen, se ubicará en los US$148.000, aunque Terrafugia aclara que no puede garantizarlo debido a la "incertidumbre" del mercado. ¿Cuándo? La compañía espera tener listo un prototipo completamente funcional para el 2008 y producir los primeros vehículos comerciales a finales de 2009.
Por lo pronto el Transition usaría hasta 10% de etanol como combustible. Y sí, también se necesita licencia de piloto.
Les presento por acá al de . Un auto avión con alas plegables (adivinaron bien) con cuatro puertas y asientos para hasta cuatro pasajeros. La empresa fabricante dice también que el tamaño de su versión automotriz será similar a la de un automóvil convencional.
Su precio rondará los US450.000, requerirá licencia de piloto y no, aún no hay fecha para su salida al mercado.
Así que, como ven, el sueño está cada vez más cerca, aunque aún muy lejano. Por lo pronto, yo ni tengo licencia de piloto ni el dinero suficiente para comprarme aunque sea una llanta. Así que seguiré disfrutando de una buena lectura a bordo del tren.
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ComentariosAñada su comentario
David
Me encanta tu blog. No soy particularmente fanatica de la tecnologia pero con tu blog dan ganas de aprender y siempre me sacas una sonrisa con tus comentarios suspicaces.
Tambien tuve mi primer encuentro con Bradbury a los 12 agnos y me encanto. Ademas porque senti que era la continuacion perfecta y "madura de la pasion que me desperto Verne con sus viajes fantasticos a los lugares aburridos de la clase de geografia.
En cuanto al uso del carro o del coche como dicen uds los mexicanos pues la verdad no se que es peor si los que van por la tierra o los que irian por el aire....Te imaginas un trancon (el "taco" creo q es la palabra nmexicana) en la mitad de un aguacero londinense o de una soleada tarde de verano en Bogota. No gracias prefiero caminar o coger (perdon tomar) un taxi.
Catamar: qué gusto encontrar a otra fan de Bradbury y de las caminatas. A mí lo que me pasaba es que me imaginaba de niño a los autos volando y nunca pensé en que carriles habría o cuáles serían las reglas para conducir. Pero me parece que por ahí lo vemos antes de pasar a mejor vida.