Pesimismo político
Hagamos un ejercicio de imaginación política.
Pensemos en un país que hasta ahora había conocido conquistadores y caudillos, pero que pese a todo vivía más o menos en paz y era más o menos estable y próspero hasta el día en que hubo elecciones presidenciales.
El gobierno dice que el presidente ganó y debe seguir en el poder. La oposición sostiene que hubo irregularidades y exige el poder para su candidato. La inconformidad y el descontento se vuelven protestas que salen a la calle. Interviene la policía. Hay muertos.
Pese a los muertos, las manifestaciones siguen mientras los legisladores recién electos se niegan a negociar y evitan ponerse de acuerdo. Pese a las presiones internas y externas, parece imposible que el presidente y el candidato de la oposición se sienten a negociar.
La oposición demanda que se hagan nuevas elecciones. Hay nuevas protestas. Hay más policías. Hay más muertos. La nación se agita y se rebela. La situación se deteriora rápidamente. El aire huele a gas lacrimógeno y a pólvora y a llantas quemadas.
Nadie sabe en qué momento -que tuvo que ser más privado que público y más personal que colectivo- se decidió la suerte del país. Pronto nadie sabrá cuándo va a terminar o en qué va a terminar lo que pasa, tan inesperado y tan inmerecido.
Ningún pueblo quiere a su gobierno
Esos son los hechos -desnudos de gentilicio y de adjetivo político- del país que construimos para este ejercicio conjunto.
Unos verán en este ejemplo reflejos de sus propios países y otros pensarán en naciones vecinas o lejanas, de ahora o de antes.
Tienen razón. La historia se repite, aunque no siempre igual. Y la idea es pensar qué se puede hacer para que el país vuelva a ser un lugar donde la gente viva en paz y haya un poco de todo para todos.
La paz, hay que decirlo, no tiene -porque nunca ha tenido- que ver ni con la esperanza ni con la ley.
La diferencia de este ejercicio de raíz optimista -en el que todos podemos participar- con la realidad es que la realidad tiene más que ver con el poder de algunos que con el bien de todos. Y no son muchos los que comparten el poder porque el poder no se comparte.
Si uno lee la prensa, si uno escucha la radio, si uno ve la televisión, corre el riesgo de llegar a pensar que ningún pueblo quiere a su gobierno pese a que -como dice el clásico- lo merezca.
Pero los medios no inventan lo que dicen. Citan discursos, evocan conversaciones, reproducen declaraciones, cuentan lo que vieron ellos o lo que vieron otros en una dimensión que es igual y es diferente a la que usamos en nuestro ejercicio.
Nuestra América está cubierta de historias ciertas o imaginadas de fraude electoral y corrupción, de abusos de autoridad, de tráfico de influencias, de nepotismo, de ambición, de vicio y de soberbia y de incompetencia.
Pero eso no sólo pasa en Nuestra América. Lo mismo pasa en la otra América y en Europa y en Asia y Medio Oriente y en África y en el mundo en general.
Nadie ha sido feliz
Tal vez es hora de admitir que es hora de buscar nuevas formas de organización política.
Muchos están de acuerdo en que el socialismo y el comunismo no lograron hacer lo que anunciaban, aunque pocos reconozcan que el otro sistema tampoco sirvió para hacer felices a los pueblos.
Ya sé. No faltará quien diga que la democracia es imperfecta pero es lo mejor que hay si uno se pone a buscar entre otros sistemas. No importa. Eso lo dijo Winston Churchill, quien se tomaba el primer trago después de desayunar.
Uno entiende que la gente se junta para buscar la felicidad porque para eso se junta la gente, como comprendieron hace dos siglos los padres de la independencia de Estados Unidos y los padres de otras patrias antes y después.
Pero parece que ningún pueblo ha podido ser feliz ni gracias ni a pesar de los gobiernos que ha tenido, a juzgar por los testimonios que nos ha dejado la historia.
Y entonces uno se pregunta para qué sirve la patria, qué se hizo del país, qué pasó con los partidos y sus plataformas y sus idearios, y qué buscaban y qué ofrecían en verdad los candidatos, y para quién gobierna este gobierno y para quién gobierna el otro.
Es lo mismo. Tarde o temprano surge un movimiento político que desplaza a otro, crece, se reproduce, se desgasta, muere.
Es tarde ya. Entre la bruma del sueño uno se da cuenta de que el capitalismo y los anarquistas buscan lo mismo aunque por diferentes razones: la presencia mínima y la influencia ínfima de cualquier autoridad.
Nunca lo habría pensado. Ni siquiera como ejercicio político.
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Lo que usted describe en su artículo es lo más parecido a la realidad de muchos países del tercer mundo; la lucha por el poder y más que el poder por el botín, es como en las historias de los piratas. ¡El que gana es el goza dicen por estos lados del planeta tierra!
Pero la gente lo que no ve es que cuando en su país hay elecciones bien sea parlamentarias o presidenciales, no se da por enterada y piensa que el problema no es de ellos y olímpicamente deja que los otros elijan, y ahí nace primordialmente la corrupción y las malas administraciones.
En el caso concreto de Colombia es la indiferencia (yo diría pereza mental) a que nos acostumbramos, pues antes de las elecciones ya se sabe casi con exactitud quien va a mandar en el próximo periodo o quienes son los miembros de parlamento.
La razón son muchas, pero en realidad para el común de la gente todos los políticos son corruptos y ladrones, y en esas condiciones da lo mismo que manden los liberales o conservadores (siempre son ellos los que han mandado el los últimos cien años, aunque en la actualidad los partidos, han cambiado sus nombres; pero en la practica son los mismos con las mismas) y sus métodos de hacerse elegir (votos comprados o con violencia) salvo en las cabeceras municipales casi siempre los votos van “amarrados” es decir son comprados o cambiados por mercados, aguardiente o la promesa de un puesto en el poder público, eso cuando no es apunta de pistola en la cabeza, función que cumplen las fuerzas insurgentes (narco-guerrilleros y paramilitares, igualitos de criminales) en la actualidad son varios los parlamentarios que están presos por estos delitos y componendas con los paramilitares
Para cambiar una persona es necesario que nazca de nuevo, tanto espiritualmente como en sus costumbres de actuar y de vivir. Dice la Biblia: Mi pueblo se perdió por falta de conocimiento. Y eso es precisamente es lo que nos ha llevado a este caos tan terrible desde tiempos inmemoriales, el hombre debe acerarse a Dios y vivir por principios no por instintos. Pero como en estos pueblos tercer mundialistas siempre han sido manejados por la religión católica, les metieron en la cabeza que para ser hijos de Dios deben vivir en la miseria ojala pidiendo limosna, entonces la cultura del dinero fácil y de obtener las cosas casi regaladas nos convirtieron en lo que somos EUNUCOS MENTALES, y nos acostumbramos a vivir dando gracias a nuestro opresor.
El mundo anda mal muy mal; y lo peor no hay muchas alternativas claras, lo único que yo veo es la mano de Dios, que el tome de la mano todos estos hijos suyos y haga justicia, pero para llegar a esto se necesita arrepentimiento sincero, perdón y olvido, y esto es precisamente lo que no tenemos, el odio nos consume el alma. Pero de lo pueden estar seguros es que de Dios nadie se burla, cada quien recibirá su merecido.
Para Colombia hay una promesa que algún se va a cumplir y es que DONDE EL PECADO A SOBRE ABUNDADO LLEGARA LA GRACIA. La paz llegará de la mano de Jesucristo.
Imaginação?Vives onde? Nossos povos são iludidos sempre. Queria ver até quando. Alguma coisa o homem tem que fazer. Deixar só por conta da natureza, por que meio ambiente é política e coronéis e ditadores não esta interessados em não ganhar mais dinheiro á custa de qualquer coisa. Pena, mas só acredito qdo o ser humano resolver se rebelar apenas para dar exemplos.
¡Brillante!Esta entrada me ha encantado,pues,tiene mucha verdad y a la vez se planea asuntos importantes.No es equivocado afirmar que la democracia tiene los suficientes defectos como para dejarla,y aunque sea de todas las formas de gobierno la mejor no por eso vamos a insistir con ella,ya demasiado tiempo se le ha dado.Es como querer que la gente sea feliz con el dinero,el mundo funciona de un ritmo alarmante y respecto a las ganancias de cada uno no creo que sea lo correcto la repartición que se da.La democracia y el capitalismo nos están matando,y eso que no tengo pensamientos marxistas,ya que como se dice en el escrito ya se demostró que eso ha fallado:¿Acaso no hay un mejor modo de dirigirse,de actuar,o simplemente de crear?Lo malo es que el hombre es demasiado lento al cambio...Buen post,suerte.Bye.
El mejor metodo para realizar elecciones lo tiene Venezuela,no es que lo afirme yo,lo ratifican organismos internacionales como la ONU,la UE y otros tantos con igual importancia y peso de credibilidad,en 9 años de revolucion se han realizado 12 procesos de elecciones diversas y todas han sido confirmadas y refrendadas por estos organismos distinguidos y honorables(algun escualido dira todo lo contrario)sin que a la fecha alguien(que se le ocurrio gritar fraude)presente prueba alguna para confirmar su falacia.
Entrando en el tema en todas las democracias siempre existira algun bando que cuestionara los resultados abversos y esto sera reanimado por los medios de comunicacion por que la prensa, la radio y la television dicen lo que realmente escuchan pero tambien tergiversan lo dicho por otros,llegando a pensar que ningun pueblo quiere a su gobierno y esto sucede en todo el mundo.
No es que el comunismo o el socialismo no lograron hacer lo que anunciaban,es que los medios se encargan de hacer creer que no funcionan en ninguna parte y como ejemplo mencionan a Cuba(como si no existieran elementos que demuestren que si funciona) pero nunca mencionan a China¿?
Para que sirve la patria?
Para desarrollar todo el potencial que los pueblos poseen en beneficio colectivo y crear sociedades mas humanistas y solidarias con el semejante.
Los partidos,sus plataformas y sus candidatos deben de ahora en adelante cumplir con lo prometido al pueblo so pena de terminar como algunos gobiernos que quisieron engañarlos(en Ecuador el de Lucio Gutierrez y otros)
El mejor sistema de gobierno es el que decide el pueblo soberano y autodeterminante de su futuro
Ahhh los políticos esa plaga mundial. Demagogos en todas las latitudes, solo que algunos causan más daños que otros.
Por favor ayudémonos todos ideando otro tipo de organización política que la democracia. Basta de la tiranía de las mayorías.
Interesante como en este artículo se plasma un sentir generalizado, quizas muchas personas que provienen de diversas latitudes que la componen nuestra latinoamérica se sientan indentificados con la historia de surgimiento de caudillismo, soy de Chile y en estos momemtos de alguna forma el sistema democrático queda en tela de juicio cuando algunos de los representantes de una coalición se salen de sus filas para pertenecer a otra, la verdad que el tema es cuestionable, me parece que no es un sistema perfecto, pero nos da la oportunidad de manifestarnos, pese que siempre tiene algunos vicios como el nepotismos que en el artículo se señala.El sistema democrático siempre apela a la grado de sabidurpia de su electorado en el momento de elegir a sus representantes y la conciencia de que como individuos sociales, debemos pensanr en el bien de la nación por sobre nuestro bien particular, cuestión que en la práctica es muy complicado que ocurra.
Saludos
me gustaria que se visiara nuestro espacio de opinión
¿Qué se puede hacer don Miguel?
Pues comenzar por escribir otro artículo como éste, pero al contrario. Porque la desgracia nunca es tanta como la describe. Afortunadamente la mayoría procura desarrollarse en su ambiente y logran esa felicidad esencial para vivir, a pesar de los ecos de la agitación pública de unos pocos y de las inducciones de opinión, que se incrementan en períodos previos a las elecciones. Pelean quienes ambicionan el poder, cuando buscan fortalecerse más de los vicios escarbados al adversario que de los méritos propios. Pelean cuando las “democracias” se entienden como “dictaduras de las mayorías”, en lugar del ejercicio de una administración en beneficio de todos.
La solución parte desde cada persona, dirigente y dirigido. El dirigente, buscando destacar por su propio valer. El dirigido, no dejándose manipular, teniendo conciencia y consideración por su propio sentir y pensar. Ambos, aplicando siempre objetividad, prudencia, respeto y sana intención.
Parece más difícil de lo que es.
RICARDO PEÑA Y LILLO VALENZUELA