Hombres que levantan castillos
Hace algunos años tuve la suerte de conocer la isla de Lamu, en Kenya. Una tarde, caminando por sus contornos, encontré un castillo -y no de arena- en plena playa.
Según supe por los lugareños, lo había mandado a construir un italiano con sus torres y su patio de palmeras, contratando -¡oh misterio!- a obreros que no vivieran en la isla.
Allí, con los pies sobre el Océano Índico, comprendí que hay hombres que exploran junglas, otros que remontan ríos y un grupo particular que levanta palacios. Días atrás, aquí en Miami, lo comprobé.
Hasta hace una semana yo jamás había escuchado el nombre de James Deering. Tampoco sabía que a pocas cuadras de mi casa, en la zona de Coconut Grove, se encontraba escondido detrás de un extenso bosque y cuidados jardines el .
Siempre al pasar caminando miraba el extenso muro colorado que lo separa de la calle pero el paredón de árboles no permite -desde afuera- vislumbrar lo imponente de este caserío.
Esta historia, como muchas otras buenas historias en este país, comienza en las extensas praderas del Oeste. Allí, William Deering, un hombre de industria y padre de James, decidió invertir en maquinaria agrícola.
La expansión de la agricultura en esa región y la fusión de Deering Harvester Company con McCormick Reaper Company (ambas formaron International Harvester, el mayor productor de este tipo de máquinas en el país) convirtió a esta familia en una de las más ricas de Estados Unidos.
Fue esta riqueza la que le permitió a James Deering construir entre 1914 y 1916 una casa de invierno en Miami, Florida. Una residencia diseñada al estilo de las villas del renacimiento italiano que por esa época, cuando sólo 10.000 personas vivían en esta ciudad, requirió el trabajo de 1.000 de ellas.
Cuando uno llega a la casona no puede creer que exista una construcción tan palaciega ubicada entre los bancos y hoteles del distrito financiero, los condominios de Coconut Grove y el tráfico de la avenida US1.
Vizcaya es más que una casa o un museo, con sus 34 habitaciones decoradas con los más diversos estilos y sus antiquísimas piezas de arte, muebles, pinturas, tapices e instrumentos musicales, es un monumento a la evolución de los diferentes estilos artísticos y arquitectónicos de la vieja Europa.
La escasa atención prestada a mi profesor de Historia del Arte en mi último año de colegio no impidió que me maravillara con cada nueva habitación que conocía. La biblioteca de diseño neoclásico inglés, la recepción de estilo rococó, la sala -réplica de una estancia renacentista-.
El guía nos informó que el mismo Deering viajó a Europa junto al decorador Paul Chalfin para adquirir la mayoría de los objetos que adornan su estancia. No todas las piezas compradas en el Viejo Continente llegaron a Miami, algunas se hundieron cuando el barco en que viajaban -un tal Titanic- fue tragado por el mar.
Aunque el sitio en internet del museo indica que en aquel tiempo los líderes de la industria estadounidense mandaban a levantar residencias inspiradas en palacetes europeos, mi búsqueda sobre James Deering en Wikipedia dice que los motivos por los cuales este empresario, filántropo y mecenas decidió embarcarse en tamaña empresa constituyen un misterio.
Es curioso que un hombre que jamás se casó ni tuvo descendencia construyera un palacio que -como indica el folleto que uno puede comprar en la entrada- "parecía como si una familia lo hubiera habitado por 400 años, añadiendo cada generación los muebles propios de su período".
El paseo por la estancia también se puede disfrutar desde una perspectiva tecnológica. La residencia tiene todos los juguetes técnicos que se podían comprar o fabricar a comienzos del siglo XX: cabina telefónica, dos ascensores, panel eléctrico para las llamadas a la servidumbre, un reloj maestro que controlaba otros 10 relojes, calefacción central, refrigeración, sistema central de aspiradoras.
Y después los jardines, donde actualmente las jovencitas de 15 años se toman sus fotografías con sus vestidos largos, y el embarcadero en la Bahía de Vizcaya, desde donde puede verse la isla de Key Biscayne.
La increíble casa de Deering ha sido visitada por reyes y reinas -Isabel II de Inglaterra, Juan Carlos I de España-, papas -el presidente Ronald Reagan recibió aquí a Juan Pablo II-y decenas de mandatarios -fue sede de la Cumbre de las Américas en 1994-. También ha servido como escenario de varias películas de Hollywood, como "Ace Ventura, Pet Detective", "Bad Boys II" y "Any Given Sunday".
Cuando James murió en alta mar en 1925, la estancia pasó a manos de sus sobrinas. Pero como una maldición que se desata tras la muerte de su creador, las instalaciones sufrieron serios daños cuando fueron golpeadas por un huracán en 1926 que devastó gran parte de la ciudad.
En 1952 sus herederos entregaron la casa a las autoridades municipales con la condición que Vizcaya siempre fuera utilizada como un museo abierto al público, una decisión que ya tenía un antecedente en tiempos de Deering.
Según el artículo publicado en Wikipedia, en 1923 el mismo James abrió los jardines de su palacio para que la gente los visitara los domingos.
Pero en lugar de entrar en contacto con los invitados, el gran industrial no salía a recibirlos sino que los miraba desde su balcón privado, ansioso por saber cuántos se habían presentado a admirar su estancia.
Si alguna vez visitan Miami les recomiendo conocer la "casa de invierno" de James Deering, aunque su creador ya no esté allí para espiarlos desde el interior.
Vale la pena deleitarse en sus pasillos, galerías y jardines, y con vuestra visita homenajear a esa extraña clase de hombres que pueden soñar con levantar castillos.
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Matias : Cuantos Castillos hermosos en todo el mundo . Se que hoy se estan convirtiendo en grandes Hoteles, porque el mantenimiento y el costo de estos es de una fortuna impresionante. Pero hay Castillos en el aire y como decia mi Papá, cuantos Castillos que vi crecer, se vinieron abajo. Los habitantes del mundo nos conformamos con visitarlos y admirarlos. Lo que no entiendo como se construyeron en altas montañas y como hacian para transportar el material.Bueno familia Zevell Garcia desde Argentina les deceo toda la Felicidad que se merecen, el gran esfuerzo de vivir a la distancia de sus seres queridos pero Dios Nuestro Señor los compensara. Un beso grandote, para los tres sobre todo para Joaquín que estara hermoso.Tu compatriota Matilde.
Soy gran admiradora de la arquitectura, aunque... no lo sabía, a dondequiera que viajo he de tomar fotos ya sea del paisaje urbano, de casas, templos, museos, edificios de gobierno, tengo la certeza de que estos dicen mucho de quienes los habitan, de quienes los construyeron y de la ciudad como bicho viviente, aunque algunos -como en este caso- dejan mas preguntas que respuestas.
Hay que seguir restaurando castillos y monumentos nacionales.
Interesante...con los años no solo las paredes adquieren importancia, tambien la historia del porqué algunos hacen sus propios castillos levantados con capricho, y lo mas interesante es que nosotros podamos observarlas como un entretenimiento en la historia.
Esto tambien me recuerda a las famosas mansiones que hay en el area de Newport, RI.
MATÍAS: CON UD. YO APRENDO Y NO ES POCA COSA APRENDER. UD. NOS HA CONTADO UNA HISTORIA DE LA SINGULARIDAD HUMANA. EL QUE PUEDE LO GRANDE PUEDE LO PEQUEÑO. CUANDO ÉL ESPIABA A LOS VISITANTES SE SOLAZABA EN LO ÍNFIMO Y ESO LE TAMBIÉN LE CAUSABE PLACER. ESPERO TENERLO NUEVAMENTE POR
UN ABRAZO DE XAVIER
Muy interesante el artículo y la extraña historia que rodea al castillo. Ahora he podido ver fotografías de los salones y jardines, es realmente una obra impresionante en todos los sentidos.
¡Felices Fiestas!
TUve oportunidad de visitar el lugar y es una hermosura. Ubicado en una ciudad que no se destaca precisamente por la belleza de su arquitectura (mis disculpas para los miamienses, los colores de Vizcaya representan un aire fresco en medio de tanto cemento gris. Sls y Felices Fiestas Matías!
Les paso el link del sitio:
Querido Matias,
Hace poco tuve la suerte de visitar el palacio de Vizcaya, visita que me causó varias impresiones; la primera, que pienso sera la que todos o casi todos la sentirán, es cuanto dinero puede llegar a tener una persona como para "hacer realidad" un sueño de tal dimensión.
Pero aparte de éso y que en la dirección en la que va este mundo, que cada vez vemos y veremos más grandes fortunas y grandes sueños cumplidos por pocos; está la parte de que el señor Deering "gozó" de su sueño por 8 inviernos y luego murió; sin esposa, sin hijos, sin familia, el sueño fue solo suyo y le ayudaron en cierta forma a sentirlo sus amigos y visitantes, que como hoy nosotros hemos pasado por allí; caminado por sus jardines y recorrido sus habitaciones poniendo atención a cada detalle que los hay miles, todos perfectamente combinados como para obtener un perfecto todo formado con partes traídas a Florida provenientes de distintos palacios y casas de Europa.
Y, quizas ésa es la causa de la impresion más fuerte de las que tuve al recorrer el lugar, y es el hecho de que para mí, cada objeto, cada mueble, cada instrumento, cada tapiz de seda, cada jarrón; tenían como una historia de vida propia traída con ellos desde el lugar de su origen, y todo el cargamento de emociones vividas por su antiguos propietarios parecían haberse quedado impregnadas en ellos; de tal forma que al caminar por esos salones yo creía sentir lo que se parece al término muy utilizado acualmente, (la energía) de cada cosa, lo cual no deja de darle al visitante una extraña sensación de estar pisando el terreno que es de otros.
Afortunadamente al salir de allí, la velocidad de la vida que corre en los automóviles que circulan por la avenida inmediatamente me trajeron de regreso a la realidad, pero sin olvidar el sentimiento que me quedó de lo fugaz que puede ser ése momento tan deseado de nuestra vida, y que si nos distraemos mucho juntando los detalles con los que la queremos llenar, quizás no nos quede suficiente tiempo para gozarla ni los seres queridos con quien compartirla como ocurrió con James Deering.
Estimado matias
Leyendo tus reflexiones me llego a la memoria una pelicula Fitzcarraldo, este megalomaniaco que en su obsesion por la musica construyo el opera house en plena selva amazonica .