Aldeas de cáncer y payasos
A las dos ciudades más grandes de América Latina nunca las he pisado. Curiosamente, he volado sobre ellas, han sido escalas entre dos destinos.
Por San Pablo volé una noche de febrero de 1995, de paso entre Río de Janeiro y Buenos Aires. Me pareció que todas las luces del mundo se habían dado cita sobre un mar oscuro e infinito. Por México acabo de volar, de paso entre Miami y Monterrey, y lo infinito se materializó esta vez a plena luz del día.
Por aire y por tierra cada vez me sorprende más la extensión de las ciudades, su voracidad para devorarse los espacios aledaños. En Monterrey, el ecologista Guillermo Martínez Berlanga me dice que "las ciudades grandes que no están bien planificadas crecen como los trajes de payasos, a puros parchecitos". Y a mí los payasos me dan miedo.
Hace unos 15.000 años, cuando el hombre se cansó de ser errante, aparecieron los primeros asentamientos humanos. Entre 3.000 y 5.000 años tardaron nuestros antecesores en sembrar de forma sistemática la tierra para cosechar los primeros cultivos de la agricultura.
Otros 4.000 hicieron falta para formar núcleos urbanos donde la división del trabajo se profundizó y surgieron, además de pastores, pescadores, cazadores y artesanos, los primeros militares, sacerdotes y los funcionarios (sí, también existían por aquellas épocas).
Es decir que en términos históricos, al hombre le ha llevado 8.000 años convertir esas primeras aldeas en ciudades-estado cunas de la civilización, centros autónomos de política y saber, fortalezas medievales amuralladas, capitales de Estado y su versión moderna, monstruos sin límites.
"El crecimiento desordenado en la mayor parte de las ciudades del mundo es equiparable al cáncer, que es el cáncer, el crecimiento desordenado de las células que finalmente se descomponen y se comienzan a eliminar unas a otras", opina Martínez Berlanga, quien recién está calentando su garganta:
"En este crecimiento desordenado nos vamos comiendo las reservas ecológicas, nos vamos comiendo los parques, nos vamos comiendo las zonas de amortiguamiento de las fábricas. Hemos ido degradando la calidad de las tierras del campo, entonces se acaba la vida en el campo y esa gente tiene que comer y lo primero que hace es acordarse de que hay una urbe a 100 kilómetros y tiene que llegar".
"Y cuando llega, llega desintegrado, hace las peores chambas, no puede integrar a la familia, vive en unos cuchitriles y trabaja por lo que sea. Esa gente que deja el campo porque no puede comer -y primero es comer que ser cristiano- y llega a ese cordón de miseria, a esa periferia abandonada"
Es aquí cuando, según el ecologista, la problemática deja de ser un tema ambientalista para convertirse en un intrincado rompecabezas de tragedias.
"Te viene un problema ambiental, un problema social, un problema de seguridad y quizás el problema más grave en estas ciudades que es la falta de esperanza del ciudadano; cuando pierdes la esperanza, no tienes valores, pierdes la capacidad de pensar que algún día vas a salir de la miseria infrahumana, te prostituyes en todos los sentidos y se desintegra la familia".
"Por eso cuando a mí me dicen que los ecologistas deberían dedicarse a sembrar arbolitos, pues sería muy fácil pensar que esa es la solución, pero el problema es mucho más complejo".
Yo nací en una ciudad bien delimitada. Buenos Aires tiene tres fronteras y haga lo que haga, no puede escaparse de ellas. Al este el Río de la Plata, al sur el Riachuelo (un hilo de agua contaminado desde hace casi 200 años) y el resto conformado por un cerco de autopistas.
Esta limitación la obligó en los últimos años a crecer hacia arriba, incluso en zonas residenciales donde los edificios monumentales estaban prohibidos. Cuando en la década de los 90 comencé a dar mis primeros pasos como periodista, muchos de esos pasos me llevaron al Consejo Deliberante de mi ciudad, debido a los escándalos de corrupción del ese entonces gobierno de la capital argentina.
"A la incultura de desarrollo sustentable de los políticos hay que agregarle la corrupción", sostiene Martínez Berlanga.
"Entonces te encuentras que, en las ciudades que están creciendo de forma desordenada, un promedio del 30% de los habitantes vive en zonas de riesgo, es decir, están expuestos totalmente a la furia de la Naturaleza, y siempre le echamos la culpa a la Naturaleza, que se los llevó, que se desbarrancaron, que se vino un deslave de tierra".
"Están expuestos a lluvias, a inundaciones, a deslaves y a problemas graves de contaminación también, porque no hay servicios, no hay drenajes, no hay agua potable".
¿Entonces no hay forma de crecer sin caer en este caos urbano?
"Hay ciudades ordenadas cuando tu llegas con una inversión y le dices al tipo que da los permisos que quieres poner una gasolinera en una esquina fulana, te dan dos kilos de papeles y te dicen 'ahí están sus requisitos, ponga usted su gasolinera'".
"Cuando empiezas a ver qué requisitos son, es que vaya tres metros bajo tierra, que nomás haya una bomba, que sea un concreto de hormigón y entonces tú le dices 'oiga no es negocio'. 'Ah no, ese es otro boleto', te responden. 'Usted quiere el permiso, ese es el permiso', entonces hay orden, porque va subterránea, porque no se ve, porque no contamina, porque no interfiere con el tráfico vehicular".
"Cuando todos hagamos eso, vamos a vivir más en paz, más en orden, en un ambiente más agradable, que es para lo que trabajamos, para tener mejor calidad de vida".
"Pero complicar el crecimiento de las ciudades acarrea problemas de estrés, te vuelves iracundo, agresivo, insensible a tu vecino, tu prójimo, porque estás resolviendo los problemas de cómo transportarte, de cómo regresar a tu casa, de cómo bañarte, de cómo regresar a tu chamba, de como ir del punto X al punto Y y eso te hace un ser robotizado".
Recién aterricé en Monterrey. Vinimos con la 91ȱ a producir unos programas de 91ȱ Enlace con la cadena Multimedios. Lo único que hice entre Miami y esta ciudad fue mirar por la ventana y marearme. Abajo estaban México, Bombay, El Cairo, Shangai, San Pablo, Buenos Aires. La próxima vez pido pasillo.
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Excelente titular. Nunca antes lo habría pensado de esa manera tan drástica pero realista, así vivimos muchos en América Latina ahogados, pero lamentablemente esta forma desordenada de crecimiento no solo se la debemos a los hombres que buscan otra forma de vida “mejor” en la ciudad, si no a los gobernantes que nos compran usando viejas y nuevas promesas de desarrollo habitacional que al final del periodo solo fue un espacio debajo de un puente.
Tengo la desgracia (o suerte, según Matías) de vivir en una ciudad mediana. Conozco de primera mano ver cómo una ciudad crece desorganizadamente, sin urbanización, sin planeamiento y con mucha corrupción.
El problema lo agrava la macrocefalia del país. Nuestra ciudad capital, Ciudad de Guatemala; puede alojar (de acuerdo a la población que aparece en Prensa Libre) a la población entera de países como Nicaragua, Costa Rica o Panamá. Esto la hace la metrópolis más grande de Centramérica, y ni me quiero imaginar otras ciudades como las que Matías aún no visita.
Pienso que sería interesante buscar una solución viable al problema de las ciudades en la actualidad. Para quienes les interese el tema, lean el ejemplar de Nationa Geographic en que se menciona el pasatiempo del Príncipe Carlos, que juega a urbanista. Sus propuestas son de lo más interesantes.
Revisa la incidencia de Cancer en las Grandes Ciudades
Matias, ese es un buen tema porque desgraciadamente son pocas las ciudades en el mundo con "plan director" basados en estudios arquitectonicos, ingenieriles, economicos y sociologicos como es el caso de la ciudad de Atlanta en Georgia, una verdadera maravilla de plan director de ciudad con una estrategia definidad de crecimiento. En Atlanta, sacas la camara sin mirar y si tiras la foto obtienes una postal digna de una toma panoramica de Hollywood. Sin embargo, para tener un plan director se necesitan: inteligencia, recursos, dinero, bajos niveles de corrupcion en el gobierno y politicas migratorias a nivel de ciudad y estado. La inmigracion ilegal, por ejemplo, cuando se establece y no se legaliza, deviene en casos sociales que afectan el plan director de ciudad, sobre todo si tomas en cuenta que para deportar un ilegal se requieren mas de diez mil dolares en gastos del tesoro que paga el contribuyente( Rusia legalizo recientemente a onde millones de ilegales por estos problemas). Esto afecta considerablemente a las ciudades grandes, tengan o no, plan director- un county, mucho mas. Como comprenderas, para paises pobres la situacion es critica e insoluble debido a la brecha entre ricos y pobres. Si compras recursos para comunales tienes que pagarlo a diez o veinte o treinta veces su precio normal en un pais rico o endeudarte con intereses onerosos que elevan el costo de los servicios comunales como para endeudar el pais completo, sin contar los niveles de corrupcion estatal normales en America Latina.(De ahi la mala calidad del agua en los paises latinoamericanos- a veces, incluso se contamina con el manto freatico de los cementerios provocando epidemias- que obliga a los turistas de paises ricos a beber agua embotellada)
Incluso en las grandes
ciudades "organizadas", o "planificadas", como las del llamado "primer mundo", esos problema existen. La pobreza, la marginación, el desempleo, la inseguridad. Son como bolsones que van creciendo en la periferia de las grandes ciudades, como antítesis de la prosperidad y de la calidad de vida. Por eso he pensado algunas veces que habría que revisar el concepto de "primer mundo". Porque en el seno de sus grandes ciudades hay segmentos del cuarto mundo. Barrios que van creciendo y profundizando en el desamparo, al punto de formar una especie de ciudad paralela a la gran capital tradicionalmente entendida como paradigma de la vida afortunada.
Saludos
Matias : me estoy reponiendo de una operacion y me desconecte unos días.Tenes temas para todo y ademas interesantes.En el año 70 hicimos escala en San Pablo y recuerdo que se estaba construyendo el Aeropuerto del mismo nombre, 45' a la sombra los obreros con el torso descubierto,transpirados colocando el dibujo magnifico del piso. A mi regreso ya se había terminado,un hermoso recuerdo. Pero son paises de retazos,sin bolsillos de payasos, cuando tengamos educacion saldremos solitos.Te agrego que el "Consejo Delirante" siguen con la corrupcion,como cuando dejaste Argentina. Dichoso de vos que podes viajar.Un beso para todos de tu compatriota Matilde.
Te felicito por su articulo.
El problema de las GRANDES CIUDADES y no tan grandes, en términos globales es insoluble,SALVO que exista una re-ingeniería de la Sociedad; en función de un NUEVO PARADIGMA:
" Que priorice al HOMBRE y NO al PODER de POCOS".
La CLAVE, es resolver el ALGORITMO que permita PERMUTAR, CONCENTRACIÓN HUMANA - POR DESCONCENTRACIÓN DE LA MISMA; como modelo de INTERRRELACIÓN.
Hoy es de GRAN AYUDA:La Informatica - Las Comunicaciones - etc.
Pero los PRIMERO es sanear al hombre, con respecto a su ÉTICA Y MORAL, esto implica un proceso de EDUCACIÓN , que pasa por cadenas de GENERACIONES.
La ausencia de un plan director de ciudad, zonificado a quince anos obliga a una infraestructura cada vez mas caotica y gastona de energia e incrementa los casos sociales, la polucion y el crecimiento desmesurado de la burocracia administrativa. Todo ello hace particularmente imposible el diseno de rutas de evacuacion en caso de traslado masivo de la poblacion por catastrofe. Los indices que configuran el problema son:Gasto exagerado de energia por habitante, altos indices de corrupcion administrativa, poblacion penal, subempleo y casos sociales-indices de salud publica(como lo pueden ser incidencia de enfermedades broncoaspiratorias) y enfermos mentales. Otro aspecto grave para el ecosistema de las grandes ciudades sin plan director por norma de Naciones Unidas, es la destruccion sistematica de los mantos freaticos y los sistemas ecologicos unicos en el mundo como los "Everglades" santuario migratorio de miles de especies en el area Caribe. De ahi que la clase rica y las elites, se manden a construir mansiones lejos de las grandes ciudades, cerca del mar, del bosque o la montana para huir del problema que ellos mismos crean.
Al menos en el caso de Latinoamérica, lo que hace que las grandes ciudades crezcan como canceres y no armónicamente, como bien podrían si hubiera voluntad, es esa tendencia a pensar en el corto y no el largo plazo. Y un ejemplo de esto es la poca cultura del Desarrollo Sostenible, algo que apuntaste junto con la corrupción, otro de los grandes canceres que hay que curar en nuestras sociedades. Interesante post, Matías.
Saludos cordiales
Esta vez llegué acá siguiendo otros caminos y ahí estaba tu huella fresca. Hablabas del optimismo. Conozco y casi practico en mis escasas recaídas supersticiosas aquello de no decir en alta voz lo bien que se está por temor a que deje de ser. Este comentario no va a encajar mucho aquí, pero siempre es bueno dejarte saber que es un gusto leerte. Siempre.
Matías gracias a ti por visitar mi casa. Por aquí leyéndote ;-)
Besos con sabor a Cereza
Hace unos días visitamos una exhibición de las primeras fotografías de mi querida ciudad, en ese entonces un pueblo por el año 1906, de la cual salí con un sentimiento de nostalgia por una ciudad que no conocí.
Ví imágenes de lugares preciosos a orillas de los 4 ríos que cruzan la hermosa Cuenca del Ecuador, rodeados de pequeños bosques de árboles nativos, cuyas especies, yo nacida en 1960, ya no los he visto nunca, y mis nietos los verán dibujados en algún libro publicado por un conservacionista.
Qué decir de las casas y conventos construídos en adobe y barro con sus frentes trabajados por nuestros hábiles artesanos, que daban la impresión de bordados de encaje; casi nada de éso queda, pues en el furor del avance y el modernismo en los años 60, se cambiaron los pisos de madera trabajados tabla por tabla a la mano por cerámica industrial y los patios interiores y corredores estilo español fueron cerrados por cubículos de varias plantas de ladrillo y cemento sobre lozas de hormigón, para culminar con una cubierta de planchas de asbesto pintada de colores brillantes; adiós al càlido color terracota de las tejas que le dan tanto sabor al paisaje porque se unen armoniosamente al verde de los árboles y al azul el cielo.
Debo decir que también estaban allí las fotografías de los primeros autos que llegaron a la ciudad y la "entrada" a la plaza central de los pianos de cola traídos de Europa por las familias adineradas que eran cargados en las espaldas de los indígenas; sin duda el avance de la ciudad habrá invadido a nuestros abuelos y padres de entusiasmo, y mi nostalgia se ve aliviada con el pensamiento de que los pasos de ellos de mis ancestros cruzaron esos puentes estilo romano que se llevó el río Tomebamba, y que en las tardes pasearon y disfrutaron de los bosques que ya no están, pues los ríos están flanqueados por grises avenidas por donde corremos los cuencanos en los 75.000 vehículos que existen en la ciudad.
De llegada a nuestra casa construída de adobe y barro sobre una pequeña colina al filo de la urbe, desde donde vemos el anochecer y el despertar de Cuenca; nos consolamos de que aún nosotros también podemos disfrutar del verde que nos rodea y se alivia mi nostalgia por la Cuenca que no conocí.
Matias,
es muy cierto tu reportaje, y nos falta mucho, en nuesrta América Latina por crecer,
Gracias por visitar la capital industrial de México, y que es el sosten de este México Linda y Querido
Magnífico articulo, lo mismo que los comentarios que me preceden.
Desmenuzan las causas y consecuencias, del surgimiento de las megaciudades con prescision de cirujanos.
Tengo opinion similar que al menos en "Nuestra América" no hay conciencia,y quizás no todos los recursos siempre, para la generación de ciudades bien planificadas, recordar que la mayoría de nuestros gobernantes solo piensan en quedar bien durante su mandato con las transnacionales, y con los dueños de cuanto negocio dé dinero, no importa si respiramos, dormimos y evacuamos unos sobre otros, ni que nuestra ecología sufra.
The bussines are the bussines.
saludos
la lola
Un día escuché por ahí, que para poder "ordenar" nuestra capital (San José, Costa Rica) tendría que caer una bomba atómica!!! Destruir todo y volver a empezar.
Muy triste pensar eso.
San José es un pequeño hormiguero, que la mayoría de la población laboral tiene que cruzar para llegar a sus centros de trabajo.
Por desgracia se convirtió en el corazón del país, porque para ir casi a cualquier provinca tenés que pasar por allí.
Existen muchos intereses económicos para no mejorar (por eso la bomba, obligarnos a cambiar), pero la esperanza está puesta en las pequeñas ciudades fuera de la capital. El problema es que son tan desordenadas, que muchos lo vemos difícil. Aún así me encanta mi país, y no lo cambio por las grandes metrópolis.
La esperanza es lo último que se pierde.
¡Pura vida!
Matias,,leo tu reportaje justo hoy 24 de oct/( lee milenio de hoy) me encanto la forma de acomodar mis conceptos. Te mando un abrazo.
guillermo martinez berlanga.
El crecimiento de las grandes urbes no es mas que el efecto del gran crecimento de la poblacion Mundial.
Ello convierte a la raza humana en un 'animal' cada vez mas hambriento por recursos y espacio, lo cual logicamente crea cada vez mas una destruccion progresiva del medioambiente y hostilidad entre las comunidades o pueblos o paises, que compiten por el poder de estos recursos.
Soniaba la companiera con la Cuenca que no conocio....que razon tiene.
Es una responsabilidad de todos, y no solo de los gobiernos, la educacion e informacion para dar marcha atras en este proceso que inequivocamante nos conduce a un conflicto humano de inigualables proporciones.
La raza humana hemos de dejar de expandirnos de tal manera, hemos de cambiar estilo de vida y ser mas austeros y respetuosos con el medio ambiente y los recursos, y hemos de, ya de paso, respetarnos y amarnos los unos a los otros.
Gran abrazo Beltran