Tal vez uno de los peores daños sufridos por la sociedad cubana en su conflicto con EE.UU. fue que el "secretismo" se instaló en la nación como una virtud ciudadana esencial para proteger vidas y haciendas de los embates del "enemigo".
PodrÃa parecer una simple excusa pero lo cierto es que los barbudos tenÃan que cuidarse. Ya el 10 de marzo de 1959, apenas 2 meses después de que tomaran el poder y mucho antes de declararse socialistas, Washington decide acabar con Fidel Castro.
A este "SÃndrome del Misterio" contribuyó también que el gobierno de Cuba estaba en manos de revolucionarios acostumbrados a la conspiración, un arte en el que todo se juega tras bambalinas y donde saber esconder las cartas es la clave de la victoria.
En mi viaje a El Salvador mantuve una larga e interesante conversación con uno de los integrantes de la SubsecretarÃa de Trasparencia. Se trata de un nuevo organismo, creado por el gobierno del Presidente Mauricio Funes y el Frente Farabundo para la Liberación Nacional (FMLN).
Los ex guerrilleros creen que el pueblo debe tener derecho a controlar a sus gobernantes, instituciones y empresarios, no con una rendición de cuentas formal sino con el acceso permanente a la información sobre sus actividades.
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Hay quien dice que las comparaciones son odiosas pero yo sigo creyendo que se trata herramientas útiles en el periodismo. Nos acerca a la realidad y nos brinda los parámetros imprescindibles para ubicar las noticias en contexto.
Acabo de llegar de El Salvador donde conversé con muchas personas, entre ellas con una joven doctora, trabajadora del Ministerio de Salud Pública, que vivió 11 años en Cuba, donde estudió su licenciatura y también la especialidad.
Me habla como si sólo yo la pudiera comprender. "A veces me desespero", me dice, "es muy difÃcil trabajar en estas condiciones cuando estas acostumbrada a los hospitales de Cuba, donde todo lo que necesitas lo tienes al alcance de la mano".
Me sorprende su opinión, sobre todo porque hoy hasta la prensa oficial critica a la Salud Pública. Me imagino que ella puede haber trabajado en alguna clÃnica especial, pero me aclara que sólo estuvo en hospitales provinciales.
No le entiendo y le planteo mis crÃticas. Acepta que son reales pero me dice que no se pueden comparar con El Salvador, "aquà faltan los equipos, los médicos y muchas veces tenemos que acostar dos pacientes en cada cama".
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El 20% del gasto eléctrico de los 2,5 millones de núcleos familiares cubanos se produce durante las horas en las que se cocinan los alimentos, según la prensa oficial que convoca a los ciudadanos a buscar formulas para evitar el sobre consumo.
Entre las iniciativas implementadas a nivel nacional está la fabricación de dispositivos de barro para aumentar la eficiencia de las hornillas eléctricas -supuestamente ahorradoras- que el gobierno compró por millones y repartió entre la población.
El problema del sobre consumo parecÃa evidente desde que se anunció que todas las familias que cocinaban con gas, con keroseno y con leña -la mayorÃa de la población- deberÃan utilizar en el futuro solo equipos eléctricos.
Recuerdo que por aquellos dÃas se trató incluso de organizar a los ciudadanos para que cocinaran a horas diferentes, de forma escalonada. No se logró, al parecer las amas de casa carecÃan de la disciplina que semejante tarea hubiera requerido.
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Ver en Cuba una "Mesa Redonda" en la que los panelistas no estén de acuerdo entre sà es poco común, pero que además le den la voz al público y que éste plantee sus crÃticas al gobierno con crudeza, es verdaderamente sorprendente.
Esto ocurrió en la sala del centro cultural Fresa y Chocolate, el último jueves de septiembre. En el panel estaban un ex ministro de economÃa de Fidel Castro, un conocido analista económico de la Universidad y una reputada socióloga.
El publico lo componÃamos un centenar de personas de todo tipo y color, la entrada fue libre y gratuita. La gran mayorÃa eran cubanos pero habÃa también algunos funcionarios diplomáticos de EE.UU. y un par de periodistas extranjeros.
El tema fue la crisis económica de los años 90. Nada más llegar nos dieron planillas para que expresáramos nuestra opinión al respecto. El hecho de que en las encuestas no se pidiera nombre ayudó a despertar la sinceridad de todos.
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