Aron Modig, el sueco que vino a Cuba a asesorar y financiar a la oposición, durante su conferencia de prensa en La Habana. (Foto: Raquel Pérez)
Pronto comenzará en Cuba el juicio contra Ángel Carromero, el líder juvenil del Partido Popular español
que conducía el vehículo en el que murieron, en un accidente de tránsito, el principal dirigente de la disidencia cubana, Osvaldo Payá, y el también opositor Harold Cepero.
La tragedia ocurrió mientras hacían proselitismo por todo el país, asesoraban sobre cómo crear organizaciones juveniles y repartían dinero. Al parecer pretendían reanimar a la disidencia para impulsar la lucha por la democracia y los derechos humanos.
Uno podría pensar que se trata una campaña mundial pero lo cierto es que solo intervienen en Cuba.
Como me explicó el sueco Aron Modig -compañero de aventuras de Carromero- ellos no van a ningún otro país del mundo a ofrecer una ayuda semejante.
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Desde hace 13 años por toda la isla se ven carteles reclamando la libertad de los cinco agentes presos en EE.UU. (Foto: Raquel Pérez)
La relatora especial de la ONU sobre la independencia de jueces y abogados, Gabriela Knaul, expresó oficialmente su inquietud por la falta de trasparencia legal y de procedimientos en los juicios contra cinco agentes cubanos detenidos en EE.UU. desde hace más de una década.
Al parecer la fiscalía y la jueza jugaron con cartas escondidas en la manga, impidiendo que la defensa tuviera "acceso a todas las pruebas disponibles y a los archivos documentales". Es una violación de procedimiento tan elemental que aparece hasta en las series de TV.
Pero los desaciertos procesales no se quedan ahí, según la relatora de la ONU los Habeas Corpus presentados por la defensa son valorados "por la misma jueza que previamente estuvo a cargo de los casos", con lo cual la convierten en juez y parte.
Para colmo de males se vislumbra la mano del gobierno de EE.UU. presionando a los tribunales para conseguir las condenas más duras.
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Los médicos cubanos son los que ingresan la mayor cantidad de divisas a las arcas del Estado. (Foto: Raquel Pérez)
El principio de incrementar la productividad como paso previo al aumento de los salarios parece desde la economía, un principio irrebatible. Sin embargo, no es del agrado de aquellos cubanos que se ven obligados a "inventar" para llegar a fin de mes.
Pero aun aceptando ese principio como válido, muchos se preguntan por qué no se aumentan los salarios de las personas que trabajan en sectores que ya son productivos, algunos de los cuales tienen desde hace años fabulosos rendimientos económicos.
La Salud Pública, por ejemplo, aporta la mayor parte de las divisas del país. Juntos los ingresos de los 2 millones de turistas y las remesas familiares del 1.5 millones de emigrados, se quedan por debajo de la cifra obtenida por los médicos en el extranjero.
No se puede pedir más productividad a pesar de lo cual sus salarios continúan siendo insuficientes para vivir. Los pacientes lo saben y por eso cuando van a la consulta llevan algún regalo, desde una colada de café o una merienda hasta un cerdo entero.
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El Ministerio de Finanzas de Cuba acaba de dar la mejor noticia del 2012, por lo menos en lo que concierne al cubano de a pie. Anunció que unificará los precios de 100 productos básicos -desde el jabón hasta el pollo- en todas las tiendas de divisas.
Esta medida aumenta el poder adquisitivo de los ciudadanos, a la vez que ataca a los ineptos y corruptos. Contrapesa un poco las alzas de precios, la creación de un sistema impositivo y el endurecimiento de las leyes aduanales.
En Cuba todo el comercio está en manos del Estado y los monopolios, tanto los privados como los públicos, generan ineficiencias económicas.
Una de sus pocas ventajas es que permiten controlar los precios, algo que hasta ahora no se hacía.
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La reapertura de la Ópera de la Calle es un ejemplo más de la pérdida de respaldo político de los Protectores de la Fe. (Foto: Raquel Pérez)
Con la Santa Inquisición Católica compara el intelectual Daniel Díaz el rebrote en Cuba de "esa triste costumbre de acusar a la ligera, amparándose en la impunidad que otorga pertenecer a alguna estructura de poder difícilmente cuestionable".
En su carta pública agrega que semejante práctica "no es un mal propio de una época ni de un sistema político, es un uso aberrado de la autoridad que puede afectar a cualquier grupo humano, en cualquier lugar o época, y no es tan raro como suele creerse".
Hoy en la isla estos "Protectores de la Fe" vuelven a la carga con una ofensiva contra todo proyecto independiente que se escape a su control. Esta vez tiran las piedras sin mostrar la mano, lo cual podría significar que ya no tienen tanto respaldo oficial.
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