Dos españoles de igual estatura y carácter diferente
Un fin de semana muy instructivo, con múltiples ejemplos de cómo se debe y también no se debe reaccionar ante la adversidad.
Los casos más notables fueron de dos deportistas españoles de primera fila.
demostró por qué es campeón, con una demoledora arremetida en el tramo final del Gran Premio de F1 de Europa, mientras que demostró por qué no ha ganado todavía un major de golf, con un cierre decepcionante en el Abierto Británico, que debió ser suyo.
Ambos son deportistas excepcionales, con aptitudes semejantes para deportes muy diferentes, pero hay una diferencia importante: sus respectivas reacciones ante el “ahogo” en el momento decisivo, cuando el corazón y el reloj se aceleran y marchan en dirección contraria al cerebro.
Hace unos meses decíamos que Fernando Alonso daba una impresión de tipo duro: “tiene mentalidad de pistolero, de esos que llegan al pueblo al anochecer, bajo un aguacero, y en la segunda escena ya han matado a un extra y están acodados al mostrador, tomando whisky en un vaso enano.”
Ayer, bajo otro aguacero, Alonso esperó hasta la última escena para liquidar a su rival brasileño, Felipe Massa, cuando éste ya creía suyo el Gran Premio.
El único pistolero que saca de quicio a Alonso es Lewis the Kid, pero la amenaza del jovencito ya no parece tan temible, o así lo habría decidido Alonso, tan seguro de sí mismo, ahora, que se da el lujo de recibir con frialdad las felicitaciones de Ron Dennis, el jefe del equipo McLaren.
Es cierto que el coche de Alonso era más rápido que el de Massa bajo la lluvia, tras la última parada, pero la ambición y confianza en sí mismo del español quedaron de manifiesto porque se arriesgó a perder ocho puntos para ganar diez.
Un piloto más calculador se habría conformado con la segunda posición, porque Hamilton, su rival más peligroso, no iría a puntuar en esta carrera.
Y así fue que Alonso, que durante la mayor parte de la carrera no dio la impresión de poder ganar, llegó primero a la bandera a cuadros.
García, en cambio, llegó al cuarto día del Abierto Británico con una ventaja de tres golpes y una serenidad total, tras dominar las primeras tres jornadas.
Tenía, además, un poderoso motivo para el optimismo: Tiger Woods había decepcionado, y los perseguidores no parecían muy amenazantes.
El Sunday Times estaba tan seguro de su victoria que tituló “”, para festejar la madurez del golfista, cuyo apodo es “El Niño”.
Pero así como García había hecho todo bien los tres primeros días, procedió a hacer casi todo mal el último día. Y no crean ustedes que sus rivales se aprovecharon: el irlandés Padraig Harrington y el argentino Andrés Romero jugaron un golf inspirado y se adelantaron en el marcador, pero ambos se ahogaron en los últimos dos hoyos y dejaron a García el triunfo servido.
El español, como tantos golfistas de distinción, se siente más cómodo persiguiendo que liderando. El problema con esta disposición es que para ganar es necesario estar por delante en el último putt del último hoyo.
Y esto es difícil cuando uno sospecha de sí mismo en los grandes torneos.
El español sólo debía hacer par en el último hoyo, y había quedado a una buena distancia, alrededor de tres metros. Como tantas otras veces ese día maldito, la pelota acarició el hoyo, recorrió su borde como en un beso y se apartó con la crueldad de una novia.
García y Harrington debieron jugar cuatro hoyos adicionales, para desempatar. Y en golf, ya se sabe, el jugador que se siente más beneficiado con la situación, el que ya se consideraba perdedor, es el que suele ganar.
García se quedó con las ganas, como tantas veces.
Desde que es profesional, en 1999, Sergio García ha jugado 32 torneos de Grand Slam. En nueve ocasiones no superó el corte del viernes; dos veces fue segundo, dos veces tercero, dos veces cuarto y dos veces quinto.
Un jugador de su categoría debería tener, ya, dos majors.
El gran Severiano Ballesteros se retiró oficialmente durante la semana. Todos esperábamos un major español en homenaje al viejo campeón.
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Totalmente de acuerdo sr.Fain Binda, solamente me permitiría agregar un par de casos, españoles también, uno para cada bando.
El primero de ellos el de Rafa Nadal, quien justamente ese domingo se adueñaba una vez más del torneo de Stuttgart al vencer al suizo Wawrinka. Si bien este no es el mejor ejemplo se su fortaleza mental hay que mencionar que Rafa no estuvo en su mejor día y en el segundo set se encontraba abajo 2-5. Sin embargo sacó su temple y terminó ganando 7-5.
Es la misma fortaleza mental que le a permitico vencer a Federer ya en varias ocasiones y que cada día lo acerca más al suizo en otras superficies.
Caso contrario el de la selección española de úٲDZ, siempre favorita en los mundiales, siempre con uno de los mejores carteles y siempre quedándose por no creer en sí misma y en sus posibilidades. Definitivamente ante talentos similares la gran diferencia siempre será el como reaccionas ante el "ahogo" en el momento decisivo.
El problema del futbolista español es que no ha encontrado identidad futbolística: No son europeos ni son latinos. Sus Clubes dependen de la genialidad de los mejores jugadores, no españoles, del momento.
El aficionado español se acostumbró a festejar los triunfos de sus clubes, más allá de los logros de su selección nacional.
El problema del futbolista español es que no ha encontrado identidad futbolística: No son europeos ni son latinos. Sus Clubes dependen de la genialidad de los mejores jugadores, no españoles, del momento.
El aficionado español se acostumbró a festejar los triunfos de sus clubes, más allá de los logros de su selección nacional.
ESTE MENSAJE ES PARA SERGIO GARCÍA
Ánimo Sergio, debes aprender de las derrotas, te vi en la última jornada (mi primer partido) y me parecía que no estuviste a gusto salvo a tres hoyos o así del final. Fué una lástima pero debes aprender para seguir siendo grande.El secreto está en disfrutar en todo momento sin pensar en nada más.
Salud