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Archivo Julio 2009

Ibracadabra, ¿magia o locura?

Raúl Fain Binda | 13:26, Lunes, 27 Julio 2009

sp_ibrahimovic_ap_430.jpgLa abundancia y variedad de opiniones sobre la operación que ha llevado a Zlatan Ibrahimovic al Barcelona y a Samuel Eto'o al Inter enfatiza su importancia, tanto deportiva como comercial y del espectáculo.

Se discute si el sueco es mejor que el camerunés, o más completo, o ambas cosas, o ninguna de ellas. Sobre esto, cuesta mucho encontrar un juicio más lapidario que el de José Mourinho, el técnico del Inter: "Ibra es mejor con la pelota al pie, mientras que Samuel es mejor con la pelota al vacío; sólo un técnico estúpido estaría satisfecho de perder a Ibra, y sólo un técnico estúpido no estaría satisfecho con la llegada de Eto'o."

Se habla hasta por los codos si la operación es disparatada, en el orden de las compras faraónicas de Ozymandias Pérez en el Real Madrid, o si es algo necesario, natural y lógico, dadas las condiciones del mercado.

Unos dicen que el Barça no necesitaba el aporte de "Ibracadabra" (un mote que se hará universal, hasta ahora limitado al ámbito italiano), que es una reacción de pánico ante los refuerzos del viejo enemigo.

Otros dicen que estamos ante una aventura ±è´Ç±ôí³Ù¾±³¦²¹ de Joan Laporta, que se acerca al fin de su presidencia y, ya se sabe, quiere liderar toda Cataluña, en vez de una parte de ella, importante pero limitada.

(Ahora se queda con el mérito de una operación cuyos flecos negativos terminarán fastidiando a su sucesor, mientras él disfruta desde lejos.)

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De Watson, Eto'o, Verón, Ronaldo, Contador

Raúl Fain Binda | 12:39, Lunes, 20 Julio 2009

Watson y ManasseroLos viejos campeones pueden ser muy tercos. La semana pasada hablamos del retorno de Lance Armstrong. Hoy es imposible pasar por alto el regreso, heroico, a los 59 años, de Tom Watson, un golfista genial.

(Y también tendremos espacio para ese enigma que es Samuel Eto'o, así como la diferencia entre las compras del Real Madrid y del Barcelona.)

Ausente Tiger Woods del Abierto Británico (¡no pasó el corte!), Watson aportó la imprescindible dosis de glamour, arañando la victoria, que se le escapó en el último putt, cuando la emoción y la fatiga le dieron alcance.

Los cuatro hoyos de play off, ante Stewart Cink, fueron una tortura para el veterano y para los espectadores alrededor del mundo. Muchos tuvimos la sensación de que la esposa y los hijos de Cink eran los únicos realmente contentos en Turnberry, los únicos que aplaudían con fervor.

Entre la demagogia de los comentaristas ante el esfuerzo del viejo campeón (resaltaban que la victoria habría significado, tal vez, la mayor hazaña en la historia del deporte... algo por lo menos discutible), nos quedamos con la sensata reacción del propio "damnificado".

Se escuchó a Watson decir, en cierto momento, "caramba, que esto no es un velorio", y se encargó de marcar el momento dando una voz de aliento al italiano Matteo Manassero, el mejor amateur del abierto, de apenas 16 años, a quien le puso una mano en el hombro, esa mano de abuelo protector.

Esto ya no es una historia deportiva sino un cuento con moraleja, que dejamos pendiente, para que no nos acusen de cursis.

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Lance Armstrong y la muerte de la luz

Raúl Fain Binda | 10:22, Lunes, 13 Julio 2009

Lance Armstrong seguido de Alberto ContadorEl duelo entre Alberto Contador y Lance Armstrong, compañeros y al mismo tiempo enemigos mortales del equipo Astana, en este Tour de France, es la pugna deportiva más interesante del momento.

Supongo que todos estamos de acuerdo en que el fenómeno deportivo no es una pugna física, sino de voluntades; el factor principal es el carácter, no el sudor. Y el primer instrumento es la mente, antes que el músculo.

Contador tiene 26 años, Armstrong 37. El español está en el mejor momento de su carrera, mientras que el estadounidense vuelve del retiro, una circunstancia, el retiro, casi tan debilitante como la edad.

Pero allí están, separados por pocos segundos, mirándose de reojo, con esa mezcla de amor y odio que siempre une y separa a rivales deportivos.

Que quede claro: Armstrong es un monstruo a la altura de Tiger Woods, Roger Federer (¡sí!), Michael Schumacher, esa clase de gente.

Pero es un monstruo viejo, con pocas esperanzas, en los papeles, de imponerse en una de las pruebas deportivas más brutales del calendario.

¿Por qué, entonces, vuelve a la ruta? ¿Por qué no se queda en su casa, disfrutando de sus millones y de su gloria?

La respuesta es muy sencilla: no hay nada más amargo que el sabor de la gloria vieja. Les recuerda, a los campeones, que ya no son lo que fueron.

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Roger con Sampras y Bernie con Hitler

Raúl Fain Binda | 10:28, Lunes, 6 Julio 2009

Roger Federer (Izq.) y Bernie Ecclestone Un pelo, un gesto, una imprudencia, suele ser la diferencia entre la gloria y la vergüenza. De esto tenemos nuevos ejemplos en tenis y automovilismo.

Roger Federer se convirtió el domingo, por un pelo, en el tenista más exitoso de la historia, en presencia del rey anterior, Pete Sampras.

Bernie Ecclestone quedó retratado, el fin de semana, como un dinosaurio tan pero tan antiguo que, al referirse a Hitler, parece glorificar el papel del tirano en la vida de los pueblos.

Qué aberración. Si no supiéramos que el capo de la Fórmula 1 es, a los 78 años, un caso notable de lucidez y vitalidad, pensaríamos que está gagá. Ahora, tras la tormenta, dice que fue mal interpretado. Retomaremos esto más adelante.

En lo de Federer todos coincidimos: nadie se merece más que él un nuevo título en Wimbledon, sus quince en torneos de Grand Slam.

(Federer ha jugado 20 finales de Grand Slam y sólo ha perdido ante un jugador: Rafael Nadal.)

Una vez más, igual que en Roland Garros, al mérito se agregó la complicidad de los dioses: además de la ausencia de Nadal, lesionado, la medida de este Federer es que un buen tenista, nada más que buen tenista, como es Andy Roddick, lo llevó a una final maratónica, con 30 juegos en el quinto set.

De hecho, Roddick ganó más juegos que el suizo: tras 4hs16m de juego, el tanteador fue 5-7, 7-6, 7-6, 3-6, 16-14.

Varios comentaristas han señalado que Federer no quebró a Roddick, no lo superó en el juego: simplemente le ganó por agotamiento.

Ese es un mérito de campeón, por supuesto. El campeón es el que queda en el campo, erguido, cuando todos sus rivales están en los vestuarios.

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