De hombres y mujeres ante el fenómeno deportivo
Perché perché /la domenica mi lasci sempre sola...
Con los Juegos OlÃmpicos en la pantalla del televisor, con esos monstruos en acción, la Premier League recién comenzada y la expectativa de los campeonatos español e italiano a la vuelta de la esquina, este blogger detecta cierta froideur, cierta frialdad en el trato de las mujeres de su casa.
Per andare a vedere la partida /di pallone.
La queja es universal y, al parecer, eterna. ¿Alguna vez han escuchado el hit de , quejándose porque los domingos su novio la dejaba sola con la excusa de que iba a la cancha de ´Úú³Ù²ú´Ç±ô?
En realidad, la chica, como buena italiana, no tenÃa nada contra el ´Úú³Ù²ú´Ç±ô. Las mujeres italianas son, entre todas las nacionalidades que conocemos, de las que más se interesan por el calcio, como llaman al ´Úú³Ù²ú´Ç±ô.
Rita estaba celosa de otra mujer, no del ´Úú³Ù²ú´Ç±ô:
Perché perché /una volta non ci porti anche me.
Por qué alguna vez no me lleva con él, preguntaba. Y luego aclaraba más:
Ma un giorno ti seguirò /perché ho dei dubbi /che non mi fan dormir.
Un dÃa de éstos lo seguirá, porque la duda no la deja dormir, pobre mujer.
Una mujer moderna no serÃa tan pasiva: al contrario, ella estarÃa reservando los billetes para el partido.
La adicción deportiva en el siglo XXI sigue siendo mayoritariamente masculina, pero las mujeres se interesan cada dÃa más como espectadoras, en la misma forma en que participan más como atletas y reclaman más atención de los informadores.
Pero la diferencia sigue presente, como el smog sobre PekÃn.
Si es verdad que tanto las mujeres como los hombres pronuncian un promedio de 15.000 palabras por dÃa, el estereotipo nos sugiere que ellas utilizarán gran parte de su ración para transmitir sentimientos personales, mientras que ellos describirán sus emociones ante los slaloms de Messi.
Puede ser.
De lo que estamos seguros, porque lo hemos comprobado a lo largo de los años, es que muchos hombres se obsesionan con sus aficiones deportivas.
Conocemos a muchas mujeres aficionadas al deporte, y también profesionales, pero casi siempre nos dan la impresión de que el deporte es un elemento entre otros en un sistema de preferencias y valores.
Muchos hombres, en cambio, nos dan a entender que su afición deportiva está en primera fila durante todas las horas de vigilia, y hasta en sueños.
Esta caracterÃstica masculina, de una obsesión casi autista, es la que alimenta este régimen de incesante reiteración de espectáculos deportivos.
Hace algún tiempo hablamos de la frecuencia con que los aficionados varones pensaban en su equipo favorito. No hemos podido encontrar los datos originales, pero la repetición era elevadÃsima.
Seguramente centenares de veces por dÃa, incluso en dÃas de descanso, cuando el equipo ni siquiera entrena.
Hemos preguntado a varias mujeres aficionadas sobre cuántas veces por dÃa piensan en sus equipos de ´Úú³Ù²ú´Ç±ô, y nos miran con esa expresión de asombro femenino ante las excentricidades de los varones.
Nosotros insistimos, en nombre de la ciencia:
¿Piensas en el Arsenal tantas veces como piensas en tu novio?
Ellas dicen que no, que ni siquiera la décima parte.
Ellos, en la misma situación, suelen admitir que piensan en el Arsenal diez veces más que en sus novias.
¿Quiénes mienten, los hombres o las mujeres?
¿O ambos dicen la verdad?